A veces es difícil compaginar las fotografías con la familia, el trabajo diario, las tareas domésticas, la Asociación Cultural Fotoquinto a la que pertenezco, los amigos, etc.
A veces encuentras la manera de mezclar algunos de ellos y entonces te sale un fin de semana redondo y fantástico.
Eso pasó el fin de semana que fui a visitar a mis padres. Aprovechando el viaje a mi tierra natal nos fuimos Víctor y yo a hacer un senderismo. Buscamos la manera de que él no tuviera que pararse a esperarme cada 15 minutos otros tantos para que yo hiciera mi fotografía, y a la vez que yo no me quedara con la frustración de no llevarme mi paisaje a casa; así llegamos al acuerdo de levantarnos antes del alba para llegar al fabulosísimo Puente Romano de Alcántara antes del amanecer.
Yo bajé del coche y me puse manos a la obra con el trípode, los filtros y la cámara, mientras Víctor practicaba yoga en medio del entorno natural del Parque Natural del Tajo Internacional. Así, cada uno en su silencio, pasamos algo más de una hora durante la cual se nos acercaron considerablemente los ciervos; pude ver tres hembras y un macho con su hermosa cornamenta berreando tal y como manda la época en la que estábamos. Estaba encantada.
Crucé al otro lado del puente para fotografiarlo desde otra perspectiva, lo más cerca del agua que pude, acompañada de mi perro Tux que se asustó al iniciar el vuelo un ave rapaz (no sé si era un milano, perdonadme los entendidos) que llevaba claramente una culebra en el pico.
Después hicimos medio sendero del señalizado como "Sendero del Puente Romano de Alcántara" en blanco y amarillo, en total tres horas de senderismo a lo largo del cual pudimos volver a ver a los ciervos en su juego nupcial, un montón de aves de pequeño tamaño (yo no soy muy ducha en la materia, pero sí pude distinguir al menos a algunos jilgueros) e impregnarnos del maravilloso olor a jara que se desprende a primeras horas de la mañana tras las lluvias.
A las doce del mediodía nuestra jornada de senderismo había concluído, la primera de este otoño, que nos ha dejado con ganas de más; y eso es bueno, así que fuimos a festejarlo al pueblo de Alcántara con un plato de jamón y sendas cervezas.
Espero que el Puente Romano de Alcántara consiga su denominación de Patrimonio de la Humanidad al que es candidato.
Gracias por gastar un rato de tu tiempo leyendo esta entrada, si te ha gustado, puedes compartirla. Y si estás interesado en algunas de mis fotos o quieres que te las haga a ti, ponte en contacto conmigo y cuéntame qué quieres.
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