Hoy vengo a presentaros una sesión muy especial. Después de varios intentos durante bastante tiempo de cuadre de agendas por fin pude hacer fotos a 2 rubias que su padre califica como "2 picores".
Fotografiar a niños es siempre una aventura. Puede ser una maravilla y superdivertido, o una verdadera tortura por que no quieran colaborar.
En este caso tuve de ambas partes. Elena, la más peque, se sintió estrella por un día y posaba a cada indicación que le hacía, incluso aportaba poses de su propia cosecha; sin embargo con Alba, la cosa estuvo más complicada, tenía una tarde de esas en las que no hay forma de que se le pasara el enfado; nada, ni una sonrisa. La luz del atardecer del verano tan bonita se nos estaba agotando y no habíamos conseguido esbozar ni una sola sonrisa en la cara de Alba ... hasta que apareció él, el gato; su padre lo cogió y las enseñó a acariciarlo y por fin Alba iluminó el atardecer con su maravillosa sonrisa.
Si te ha gustado y tienes en mente una sesión parecida, no dudes en ponerte en contacto conmigo.
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